DESERTIZACIÓN GREMIAL O LA HORA DE LOS SENSATOS

 



Está claro que me voy haciendo mayor. Digo esto porque, que yo recuerde, he visto como se han ido desmantelando muchos sectores en España: desde la minería, hasta el textil, pasando por la siderurgia.

Ahora parece que le va a tocar, si no ponemos remedio a tiempo, a la joya de la corona: el turismo. Cierto es que el COVID-19 no ha sido formalmente invitado y, cual intruso despiadado, se ha adueñado de nuestras ciudades, empresas, costumbres,… de nuestras vidas. Debatiéndonos entre el miedo, el dolor y unos reglamentos legales tan erráticos como irracionales, vemos como nuestra vida ya no es la misma y lo peor es que no sabemos si volverá a serlo. Desde luego son tiempos que recordaremos todos los que aquí estamos.

Pero volviendo al título, volviendo a ese sector amenazado, creo que es hora de tomar cartas en el asunto. Ningún gobierno sabe qué hacer y aprovecha la ocasión para, llenos de ira y de falsa ideología panfletaria, legislan no para protegernos, sino para atacarse entre ellos y arriando soflamas populistas, satisfacer a sus respectivas parroquias. El grado de desconocimiento de la vida real que tienen estos políticos de salón que se habrán entrenado con un Stratego en sus años de juventud, que se alimentan de eslóganes y desconocen la profundidad de un discurso político, por no hablar de lo que es levantarse a diario para “crear valor”, hace que nos demuestren que están en otro mundo: sus “mundos de Yupi” ese personaje tan tierno, como inocente.

Pero los que toman las decisiones, lejos de ser inocentes, son culpables de su arrogancia gestora, su ignorancia supina y su mediocridad profesional, por no hablar de su falta de catadura moral. Estas personas que no saben lo que representa, a pie de calle, el sector turístico y del ocio en España. Bares, restaurantes, hoteles, cines, teatros, taxis, autobuses, coches de alquiler, compañías aéreas, navieras, peluquerías, tiendas de moda,… un sector muy atomizado y muy arraigado en nuestro país. El otro día nos decía una peluquera “si cierran los bares y restaurantes, nosotras también, la gente no se arregla para quedarse en casa…”. Eso mismo pueden decir clínicas estéticas, o los taxistas, por no hablar de los autocares, los trenes, aviones, restauración y sus proveedores. Esos proveedores que surten de comida, productos de limpieza, manteles, seguros, comunicaciones, software,…

Detrás de todos esos sectores hay millones de personas en España. Familias enteras cuyo proyecto vital depende de sus ingresos. Personas que van a dejar de tener la libertad de elegir si se van de vacaciones a Benidorm o a Estepona, que no van a poder mantener su coche, su casa,… Personas a las que se les va a limitar la capacidad y el derecho de ser felices y desarrollarse como personas. ¿Quién es tan irresponsable que obvia todo esto en sus decisiones sectarias? ¿Duerme bien? Yo desde luego, por mucho menos, me he tirado meses sin conciliar el sueño.

Creo que es hora que los directivos y empresarios tomemos cartas en el asunto; a nuestra escala, tenemos responsabilidades y sobretodo la inquietud de sacar adelante nuestras empresas y a nuestros equipos. Estamos obligados, por ley y por convencimiento moral, a actuar y tomar iniciativas ante un poder político tan mediocre; no hablo de partidos porque creo que todos tienen la misma responsabilidad. Encontramos políticos honestos y con vocación de servicio pero o no tienen poder o están rodeados por un establishment mezquino, mediocre e incapaz de actuar a favor de los intereses del ciudadano si ello afecta a su “club”.

Tenemos que reinventarnos, que fomentar la solidaridad con el vecino que, aunque sea más caro, nos costará más que cierre a pagarle un 15% más que al producto de fuera. Tenemos que desarrollar la economía del no despilfarro, volver a los orígenes de nuestros mayores en donde el sacrificio, la austeridad y el esfuerzo eran bandera. Nos ha tocado… ¡Se siente! Pero no podemos dejar que nos desmantelen el principal sector de nuestro país, para que, pasadas unas décadas haya que volver a inventarlo. ¿Sois conscientes del coste que tendría eso? Económica y socialmente insostenibles. No nos acomodemos a la política de “ayudas a ser pobres” seamos pobres y sacrificados pero para salvar a un sector y todo lo que conlleva. Una cultura del ocio, de las relaciones humanas y de solidaridad que nos destaca sobre el resto. Cuando queremos somos grandes y ahora, no es querer es “tener que ser” para seguir siendo.

Nos es la hora de partidos e ideologías, es la hora de actuar con cabeza, arremangados y luchando por lo que es nuestro. Es la hora de los sensatos. ¿Eres sensato?

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