LA IMPORTANCIA DE HACER LAS PACES CON TUS ERRORES
Hemos de ser conscientes que todos cometemos errores, es parte de la condición humana y su hermosa imperfección. Algunos, por su poca trascendencia, pasan desapercibidos otros, por el contrario, debido a sus consecuencias o potenciales consecuencias son difíciles de ignorar. No obstante, sean pequeños o grandes, es imprescindible tomar consciencia y sacar lecciones. La primera, saber hacer las paces con nuestros errores.
Si nos permitimos filosofar un poco sobre el hecho de hacer las paces con nuestros errores, es una oportunidad inigualable para crecer y evolucionar como individuo. Si tomamos los errores como oportunidades prácticas, no teóricas, de aprendizaje y nos tomamos unos minutos para reflexionar sobre nuestras decisiones y las acciones posteriores y entendiendo que fue lo que nos llevó a tomarlas, podremos evitar repetirlas, o por lo menos, no lo haremos de forma inconsciente. Hemos de tomar estos errores como un valioso maestro hacia la sabiduría y el autoconocimiento.
Hemos mencionado el autoconocimiento y esto es lo que nos va a permitir la aceptación de uno mismo. No perdonar nuestros errores nos puede llevar a cargar nuestra mochila vital con sentimientos de culpa, vergüenza o arrepentimiento que, al no aportar solución o reparación del daño, resultan emocionalmente destructivos. Aceptar la “hermosa imperfección”, a la que hacía mención anteriormente, de cada uno, nos ayuda a entender la naturalidad (dentro del proceso vital) que supone errar y a activar un proceso que nos permita liberarnos de esas emociones negativas que nos alejan de la, tan deseada, paz interior.
Pero no hemos de olvidar que nuestros errores pueden acarrear “daños colaterales”. Es decir, podemos hacer daño a terceros y aquí, desde un prisma más ético que filosófico, entra en juego el concepto de la responsabilidad y ansia por reparar el daño cometido. El reconocimiento y aceptación de los errores es el primer paso para corregir o paliar los daños a terceros. En lugar de rehuir nuestra responsabilidad, la enfrentamos de forma honesta y tratamos, en la medida de lo posible, de enmendarlos, lo que es un acto ético que ayuda a fortalecer nuestras relaciones y nuestra integridad moral. No siempre es posible reparar o compensar los daños causados, pero ya el hecho de reconocerlos y aceptar nuestra responsabilidad genera empatía con la persona dañada y puede ayudar a paliar el dolor o daño causado.
Todo esto tiene una derivada… Si somos capaces de perdonar nuestros errores, tendremos una mayor empatía con los errores del prójimo. Hemos mencionado nuestras imperfecciones, pero lo son de todos y cada uno de nosotros: las personas somos, por naturaleza, imperfectas. Esa mayor comprensión con los fallos de los demás, solo puede traducirse un mejorar nuestras relaciones interpersonales convirtiéndolas en más saludables y constructivas.
Concluyendo… Hacer las paces con uno mismo, nos ayuda a aceptarnos como seres imperfectos, lo que implica una voluntad de mejora y crecimiento, aceptando la responsabilidad de nuestros actos, construyendo relaciones más sólidas y constructivas. Los errores no son fracasos, son lecciones que nos brinda la vida para crecer y evolucionar en nuestro camino a una vida más plena y con un mayor sentido.
¡Gracias Jorge! me ha encantado. Aprendendemos mucho del ejemplo de quienes nos rodean. Por eso cuando alguien de nuestro entorno sabe perdonar sus propios errores, esta habilidad se va desarrollando en su entorno, generando un efecto multiplicador de aceptación y humildad muy inspirador. Abrazo! Lia
ResponderEliminarEsa es la idea... La teoría de la mancha de aceite... Gracias por tu comentario Lia.
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