Tejidos La Moderna



Hoy he estado reunido con un grupo de compañeros de fatiga y casi amigos y hemos estado contándonos nuestras penas causadas por la crisis. Crisis que todos vemos cual purga de mercados o diluvio universal, de la que solo los mejor preparados saldrán reforzados y los menos preparados debilitados o... sencillamente no saldrán.

Y en uno de esos recesos mentales que me asaltan en este tipo de encuentros, en los que me quedo como si fuese un espectador de una escena cinematográfica, me asaltó a la mente la fachada de un comercio que vi hace años en una capital castellana. Se llamaba “tejidos La Moderna”. Era un comercio de telas, con una fachada que en su día debió ser un lujo: madera labrada, pintada de verde allí en donde la carcoma y los desconchones dejaban asomar sus restos. Unas grandes cristaleras cubiertas de una pátina empezaba a tornarlas traslucidas en los bordes en donde la mano de la propietaria no llegaba al limpiar. A través del escaparate se adivinaba un hermoso mostrador que antaño debió ser esplendoroso: madera barnizada con encimeras macizas y nobles. Las estanterías, a juego del mostrador, albergaban media docena de rollos de paños de Flandes o cualquier origen con sabor exótico, o sencillamente de ese Sabadell textil de hace 50 años. La señora que protagonizaba la escena lucía austera un porte elegante que, años ha, debió ser de una belleza indiscutible.

Esta imagen asomó a mi mente ante el escenario que se nos presenta en la actualidad. Tras un laguísimo período de bonanza (posiblemente de lo mas largos de nuestra historia moderna) tenemos cientos de “tejidos La Moderna”, por no decir miles o millones. Organizaciones, de mayor o menor tamaño, enterradas por su ineficiencia en un fango de improductividad y despilfarro de recursos. Organizaciones que encaran la crisis con sus bodegas llenas de lastre, torpes, de difícil maniobra y sobretodo sin la preparación técnica o mental de afrontar esta tormenta. Organizaciones aferradas al sextante en la era del GPS, en donde las técnicas de antaño nos hacen lentos en reaccionar. No estamos preparados, en una proporción alarmante, para cambios tan bruscos y repentinos. Nuestro escenario, a pesar de estar casi los mismos, está plagado de cambios: unos virtuales, otros reales, pero todos temporales. Temporalidad que no controlamos y que, de forma caprichosa, cambia de ritmo y de ciclo casi sin avisar.

De ahí que nos tenemos que preparar, ante todo, a detectar los síntomas del cambio. Ponernos en forma para afrontar cambios de ritmo, de escenario y de jugadores. De la visión local de “tejidos La Moderna”, tenemos que pasar a la visión global de nuestro negocio. Tenemos que re-inventar nuestro negocio permanentemente, sin la tentación por aferrarnos a un éxito que, cada vez mas efímero, nos puede lastrar al fracaso. Tenemos que, sobre unas bases sólidas de misión, visión y valores de nuestras organizaciones, establecer estrategias que nos garanticen la mayor competitividad de nuestra oferta en un mundo global. Competitividad que dependerá al 100% de las personas que nos acompañen en la travesía y de los socios que elijamos para el viaje.

“Tejidos la Moderna” al igual que miles de organizaciones es un bello recuerdo de lo que fue en su día; es testimonio que los tiempos cambian, que lo que un día te alzó al éxito, si no eres capaz de avanzar y evolucionar, puede arrastrarte al fracaso. No me malinterprete amigo lector, lejos de despreciar ese éxito, fruto posiblemente de mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio, admiro lo que un día representó: una historia de éxito. Lo que quiero reivindicar a través de este mediocre texto, son los valores que alzaron al éxito a esos miles de organizaciones que lo alcanzaron: esfuerzo, trabajo, sacrificio,... a eso solo tenemos que añadirle la visión global y un estado de forma que haga que nuestra organización esté preparada para reaccionar de forma innovadora, rápida y eficiente ante cualquier escenario.

Mucha suerte.

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