Apariciones, ilusiones, iluminados y demás...

Antes de empezar este breve relato, quiero dejar claro mi mas profundo respeto por los gurús, por los genios que nos han iluminado el camino a seguir y por todas aquellas personas que, gracias a su visión, nos permiten seguir avanzando en absolutamente todas las áreas del conocimiento.

Esto no quita que, como en otras ocasiones, se nos presenten ante nuestros ojos, personajes que, presuntamente están dotados de “poderes” o que se autodefinen como gurús. En los últimos cinco años de mi carrera, me he encontrado con varios de estos especimenes que aparecen de repente con mayor o menor “pedigrí”. Dicho marchamo viene avalado por éxitos pasados en empresas muy peculiares o en tiempos/ escenarios muy distintos a los que tenemos en estos momentos. En el ámbito que me compete y en el que, modestamente, creo estar preparado, que es el ámbito empresarial, no podemos seguir repitiendo paradigmas del pasado, no podemos pretender obtener “fórmulas magistrales” de acción inmediata. Ya no más. Dichas fórmulas caducan normalmente en cuestión de días, semanas o, en el mejor de los casos, en meses.

La verdad es que nunca, fórmula alguna, ha sido de extrapolación directa y automática. No hemos de olvidarnos que las empresas, por mucho que tengan su enfoque basado en tecnología, detrás de ésta tienen a personas. Personas que, por su naturaleza, somos todos distintos; no reaccionamos de la misma forma ante los mismos estímulos, no interactuamos igual con todos nuestros interlocutores,... Somos “individuos” y esto nos confiere el carácter de únicos en todo. Esto no quita que marcando unos rangos de tolerancia, puede que un grupo de personas actúen de forma “similar” ante un estímulo concreto, pero no por ello podemos ni generalizar, ni pensar que “actuaremos siempre de forma homogénea”. De hecho todo el CRM, todo el “one to one”, todas las técnicas de segmentación de consumidores van enfocadas a crear cada vez más clasificaciones y, en el desarrollo de productos permitir la “customización” (o personalización) de los bienes o servicios.

Pero... ante todas las variables del mercado, del mundo y de la humanidad, se nos presentan mercaderes ofreciendo la “pócima mágica”. “Este fantástico producto/ servicio/ metodología,... que les curará todos sus males...” Si cambiamos lo de producto... por “el jarabe mágico” y escenificamos la oferta en el lejano oeste, al pié de un carro tirado por un cansado y piojoso mulo, y a nuestro “encantador de masas” por un hombre de mediana edad, con algunas canas, levita y sombrero de copa, lo veremos mas claro. Seguro que más de uno hubiese comprado la pócima de estar mordiendo el polvo del lejano oeste allá por 1890. Desde la distancia, con la perspectiva que nos dan 119 años, lo vemos claro. Hay un refrán que dice “cuando el caballo ha pasado, se le ven los huevos”. Si señor, a toro pasado, fácil es no equivocarse. Pero no me malinterpreten, que equivocarse no es mal:, es humano. Lo malo es cuando tenemos más errores que aciertos, o cuando no sabemos sacar lección alguna de nuestros tropiezos.

En momentos de bonanzas estos “personajes” nos ofrecen fórmulas magistrales cuyas mejoras reales no son fácilmente cuantificables. Me explico: nosotros hemos puesto más cuidado y atención, un mercado en estado de bonanza es más benévolo ante errores y a parte es muy difícil saber qué hubiese pasado si... Por lo tanto, su eficacia en una pequeña incógnita. Por otra parte, en momentos de crisis, como el actual, es más fácil desvelar las “ineficiencias” de dichas “píldoras milagrosas”. ¿Por qué? Porque el mercado es más exigente y se supone que en momentos críticos lo hacemos lo mejor que sabemos o podemos, o bien porque muy mal lo teníamos que estar haciendo, si con dos pinceladas magistrales se nos da la vuelta a la tortilla en cuestión de semanas o meses.

Lo que pasa es que en muchas empresas de éste país (y otros) hemos bajado la guardia ante tantos años de bonanza. Imagínense un corredor de 100 metros lisos que le ponen a competir sin reloj y con auténticos maulas de la carrera como yo. Al principio llegará media hora antes que su rival a la meta y, poco a poco bajarán el ritmo, perderán la forma y se equipararán a sus contrincantes. Esto mismo ha pasado en muchas empresas durante este larguísimo período de bonanza que hemos vivido. Las empresas se han cargado con muchos kilos y han perdido tu tono muscular. Señores... es hora que vuelvan a ponerse en forma, que hagan dieta y pierdan ese sobrante y sobretodo que sean constantes y exigentes: muchos están al borde del infarto.

No oigan cantos de sirenas de dietas milagrosas o de métodos infalibles. Yo siempre digo que fe ciega, en Dios y en nadie más si es creyente, si no lo es, fe ciega en nada ni nadie. Ni siquiera podemos darnos ese cheque en blanco a nosotros mismos, podemos caer en tentaciones y hacer mal uso del mismo o mejor aun, podemos confundirnos. Y si no estamos alerta, nuestro error se puede perpetuar y llevarnos al colapso.

Ante la crisis reflexionen profundamente sobre su empresa: misión, visión, valores, competencias,... Analicen cuidadosamente su organización, su eficiencia, sus clientes, sus mercados, las oportunidades que puede tener mas cerca de lo que usted piensa (diversificación por ejemplo) y en que puede emplear este tiempo de “tormenta” para reforzar su posición en el mercado y salir mucho mas competitivo y potente. No olviden que la competitividad no es solo cosa del precio, es cosa del cuidado que les brinda a sus clientes, del mero con el que fabrica sus productos, de la lucidez con la que los concibe y de la pasión que pone en su empresa. Sea o no suya, no puede escatimar esa pasión. Piense en que a eso está dedicando como mínimo un tercio de su vida. Piense que con esas personas pasa más tiempo que con su familia,... Piense en que no es solo el jefe quien tiene que sacar lo mejor de nosotros, somos todos y cada uno de nosotros los que hemos de hacerlo y si no queremos... no saldrá.

Pero volviendo al inicio, he visto muchos “ilusionistas” del management en mi vida y pocos genios. La verdad es que en cualquier actividad humana, los genios son minoría. Señores un ilusionista es alguien que nos hace ver lo que no existe; para un espectáculo es hermoso, ingenioso y hasta divertido, pero en las empresas hemos de ceñirnos a realidades y trabajar con valores muy antiguos: el trabajo, la constancia, la responsabilidad, el compromiso, la eficiencia... pero esto será objeto de otro relato.

Miren dentro de ustedes mismos y de sus empresas y si no ven lo que necesitan, no se dejen encandilar por un ilusionista: fichen a un buen profesional.

Comentarios

  1. Pues me vas a oerdonar pero yo, por los gurús tengo más bien poco respeto.
    No sé si te has apercibido como, con la crisis, han desaparecido todos.
    Esas lumbreras del management que en épocas de bonanza sueltan ideas imposibles y que, debido a la propia bonanza de la situación económica, es imposible que no funcionen.
    Pero ahora, cuando más necesarias son las ideas geniales...silencio.
    Pero no me preocupa. Sé que en cuanto la situación económica mejore, volverán con sus alegres trinos a prometernos el paraiso si les hacemos caso.
    Y demasiado "periodista" interesado en darles publicidad ¿irán a medias?

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  2. Será por tus pagos, pero por los míos seguimos teniendolos.

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