PENSAMIENTO PLURAL, OBJETIVO ÚNICO




No sé cómo se siente el lector, pero yo ya, empiezo a estar más que cansado de la tendencia que pretende imponernos la clase política sobre “si no piensas como yo eres… anti demócrata, poco dialogante,…”. Yo creo que esto de la democracia trata de poder pensar de forma diferente y tener el sano hábito de dialogar, negociar y sobretodo alinear objetivos comunes.

Lo que más me molesta es el contagio que se está produciendo de esta plaga de “pensamiento único” cuyos orígenes y resultado de su aplicación todos conocemos. Esta pandemia se ha extendido, entre otros, al mundo de la empresa cosa muy grave ya que se supone que en este ámbito debería reinar la lógica, el conocimiento y sobretodo la responsabilidad. Esto, como casi todo en la vida, implica grandes dosis de responsabilidad y un ejercicio de madurez muy grande al que no todos pueden hacer frente.

Como está claro que en la política o gracias a los políticos, no vamos a aplaudir o fomentar la pluralidad, tendremos que hacerlo desde la empresa. Por ello creo que hay que fomentar la libertad de pensar diferente sin prejuicio alguno, haciendo esfuerzos por entender la argumentación que avala dicha diferencia y sobretodo aceptando el derecho a pensar diferente e incluso a confundirse. Esto no supone, como si en la esfera política, que argumentos falaces o bien sustentados en la ignorancia hagan que tengamos que claudicar ante el desconocimiento o la incapacidad de las personas. Por ello es muy importante entender que en la empresa hemos de gestionar con sentido común, avalados por el conocimiento que hemos de captar allí en donde esté. No hemos de ser los que más sepamos, pero sí tener la habilidad de acudir a la fuente del conocimiento cuando fuese necesario.

De la misma forma, en la empresa hemos de alinear objetivos, los objetivos comunes de todos, que no son más que los objetivos de la organización. Una empresa está para ganar dinero, crear valor para sí misma con el fin de atraer y retener el talento y cumplir la misión que la propiedad o la dirección hayan marcados mediante los valores en base a una visión bien definida. Para ello y en aras de enriquecer el valor de la empresa y no limitarlo al talento y conocimiento de sus directivos, hay que crear espacios para el dialogo entre los trabajadores, intercambiar ideas y formas de aportar soluciones o incluso de explorar nuevos caminos, pero el éxito de dicho foro no depende únicamente del directivo de turno, depende en gran parte de la actitud de los colaboradores. Han de ser lo suficientemente maduros como para saber exponerse y respetar al que se expone. Si, exponerse a decir algo que no guste, a confundirse en público o a romper moldes y clichés. Exponerse al éxito cual cantante en un directo, a la vez que se expone al fracaso. El que hace… puede acertar o equivocarse. Lo que tengo claro es que ningún resultado se obtiene si no se hace nada. Los objetivos son la consecuencia de una serie de acciones.

Hagamos todos el ejercicio de arriesgarnos a la exposición. Quitémonos la vergüenza, el pudor al fracaso, entendamos que nuestra capacidad de ayudar al vecino de mesa es la mejor arma para triunfar, para ir más allá de donde hemos llegado. Los productos de estas sinergias pueden ser exponenciales y sobretodo hemos de entender que nos guía un objetivo común. Yo he de reconocer que tengo muchos problemas cuando me viene un colaborador y me dice que él es un simple empleado que cobra un sueldo y que yo soy un director y que gano mucho más. De esta afirmación solo es cierto lo último: gano más. Así es porque asumo riesgos, tomo decisiones y mi responsabilidad es mayor, pero lo que no entiende es que él es tan socio de la empresa como yo. No entiende que el éxito del conjunto va a darle la oportunidad de trabajar en un sitio seguro (dentro de los límites del momento que vivimos) que va a poder realizar un trabajo honesto, gratificante y que está contribuyendo a un proyecto empresarial en un tejido local que se integra en uno estatal y europeo y… Está creando Producto Interior Bruto, está contribuyendo a una balanza comercial más saneada gracias a las exportaciones de su empresa, está aportando una solución a una industria que puede estar en Perú, México o Marruecos para que a su vez ellos creen PIB, pero es más, con la riqueza que crea ayuda a que tengamos carreteras, hospitales, escuelas,…

No pretendo ser demagogo, pero desde el puesto más humilde del país se contribuye a una globalidad. Hoy estamos en un mundo muy interconectado y no solo con internet, estamos interconectados con nuestros productos que pueden llegar al más perdido de los pueblos de Angola y con nuestra capacidad de comprar un mantel hecho en India en la esquina de nuestra casa. Aún recuerdo cuando “la semana de China” en El corte Inglés era algo exótico; hoy tenemos el año entero de China en los más de 7.000 comercios “chinos” del país por no hablar del resto del comercio. Comprar dulce de leche no es difícil en cualquier ciudad de España, por no hablar de yuca, soja o un refresco de guaraná. El mundo es nuestro, de los ciudadanos, no de los políticos y es un entorno muy abierto en el que tenemos cabida todos, cada uno con su opinión, pero al fin del día los objetivos son comunes: salud, educación y un entorno que favorezca las oportunidades y la actividad empresarial.

Tenemos que tener un pensamiento plural, tan plural como sea posible, pero un solo objetivo. Para ello tendremos que alinearnos en marcarlos, definirlos y hacerlos nuestros. Entonces y solo entonces, seremos libres. Entonces y solo entonces favoreceremos el desarrollo común a través de la aportación de lo mejor de nosotros mismos.

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