VACACIONES… ¿UN ENFOQUE EXTRAPOLABLE?



En estos tórridos días de verano, en el que nos cruzamos con turistas y personas que están feliz y merecidamente de vacaciones, me han asaltado una serie de ideas un tanto extrañas que quiero compartir.


Normalmente un turista está feliz y contento. Ha dejado atrás sus problemas cotidianos tales como llegar a fin de mes, los ruidos del vecino, las prisas de la mañana para no llegar tarde a trabajar, los empujones del metro, … así como su escenario cotidiano, para cambiarlos por una realidad diferente. En realidad se trata de una persona diferente. Un persona abierta a nuevas sensaciones y emociones, con los cinco sentidos centrados en descubrir nuevas gentes, nuevos lugares, nuevas comidas,… Interpreta un papel, como si de una película se tratase, en el que por unos días va a ser esa persona que realmente le gustaría ser.

Varios elementos de esta circunstancia creo que son los que garantizan esa felicidad y/o alegría de esas vacaciones. Desde el hecho de poder empezar su historia de cero (nadie le conoce) hasta la temporalidad de la situación, pasando por la intrascendencia que se le otorgan a los acontecimientos de ese periodo. Es muy fácil ser simpático durante unos días, en un entorno “festivo” mientras que no es tarea fácil serlo a diario en medio de las tensiones cotidianas. Es agradable arreglarse a diario para mostrar a nuestros compañeros de crucero o amigos del hotel o resort lo guapos que podemos estar a diario; no sé si estaríamos dispuestos a levantarnos una hora antes a diario para acicalarnos de igual forma.

Representar ese papel durante diez o quince días es algo que resulta divertido, a la vez que posiblemente sea una válvula de escape/ terapia para la mediocridad de nuestras vidas cotidianas. Jugar a ser guapo, amable, solidario, colaborador, tierno, fogoso, responsable, respetuoso, sensible,… es eso, un juego, que difícilmente podríamos interpretar en nuestro día a día. Es como si nos metiésemos en una película que representa un periodo irreal, que solo queda en nuestras fotos, suvenires y memoria, que irá siendo adaptado por nuestra mente para amoblar una biblioteca de vacaciones poblada de gente guay, sonrisas, bailes,…

Mi pregunta es la siguiente ¿nuestras vidas no son temporales? Que yo sepa no somos inmortales. ¿Toda la gente con la que nos relacionamos está de forma permanente en nuestras vidas? Yo diría que el noventa y mucho por ciento de las personas que he saludado en mi vida no las he visto más de cinco veces. ¿No nos gustaría que quienes nos rodean nos encuentren guapos y agradables? ¿No nos apetece pasarlo mejor a diario?

¿No sería mejor coger algunos de esos hábitos estivales e implementarlos en la vida cotidiana? Soy consciente de las miserias cotidianas, de lo duro que es salir de casa en inviernos a las seis de la mañana, con cinco grados bajo cero,… pero es una cuestión de actitud. Si poblamos nuestra mente con sensaciones, sentimientos, conocimientos y experiencias positivas, nuestro ordenador central solo podrá rellenar los vacíos con éstas sensaciones y sentimientos. De esa forma nos será más fácil. Durante los primeros días, semanas o meses, tendremos que esforzarnos hasta que creamos un hábito, y entonces, será tan automático como masticar, respirar o abrir los ojos.

Se trata que adoptemos la actitud positiva que tenemos cuando vamos de vacaciones. ¿A qué vamos de vacaciones? A pasarlo bien, divertirnos, disfrutar,… Pues eso… ¿Para qué salimos de casa por la mañana siendo de noche y con un frío de narices? A trabajar, ganar dinero, conocer y relacionarnos con personas interesantes, vivir nuevas experiencias, aportar conocimientos, esfuerzos, ayudas,…. Seamos positivos, pero de forma pro activa y realista. La vida cotidiana es dura, pero no por ello debemos no intentar disfrutar de ella. Recordad que las vacaciones duran un mes y el año tiene doce.

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