LA GRAN ESTAFA...
Ayer fui con
mi santa esposa al cine a ver una de las películas del momento, “La gran estafa
americana”. No voy a relataros mi crítica cinematográfica, pero puedo deciros
que es una buena película, bien hecha e interpretada. Pero estas líneas versan
sobre el cine en general y la capacidad que tienen, entre otros, los americanos
en plasmar en el celuloide sus miserias y grandezas como país, como sociedad, a
parte del “arte” que tienen a la hora de hacer películas entretenidas y de
buena factura que atraen al público.
Es una pena
que en España no hagamos películas, con un formato entretenido y positivo, de
las diversas “cagadas” que se han hecho: desde el caso Guerra, hasta el caso
Luis Roldán, pasando por otros sin importar el bando del pecador. Parece que
nuestros cineastas les guste, y aparentemente solo a ellos, recrearse en las
miserias de la guerra civil, las masacres del bando nacional (como si en una
guerra civil no hiciesen todos tropelías a gogo) o bien presentarnos las vidas
de personas marginales, maleducadas,… Como si no hubiese personas normales, con
problemas normales y tragedias normales suficientes para inspirar docenas de películas
entretenidas, cercanas y agradables de ver; de esas que nos hacen reflexionar
al salir del cine un poco y poder ser fruto de la tertulia de la cena o el
picoteo posterior a salir del cine.
Vemos que en
los premios Goya sale como gran triunfadora, una película que no la ha visto ni
el tato. No llegan a los 800.000 euros de recaudación (menos de 100.000 espectadores).
Eso significa bien que la temática no atrae, o que el director o los actores no
gustan o… pensad lo que queráis, pero a mi algo me falla. Yo reconozco que no
voy a ver cine español, salvo raros casos (lo imposible, futbolín, planet 51,…)
y mis motivos son claros: ni me gustan las temáticas, ni pretendo que me den
una clase de moralina demodé, ni quiero dar más dinero que el que doy a través
de mis impuestos y las consiguientes subvenciones, a profesionales que no hacen
un trabajo que me guste.
Tenemos un
error de concepto en lo que a la cultura se refiere. Se confunde, a menudo, el
arte, la cultura y el entretenimiento. Cuando no haces nada de eso… pasa lo que
pasa, que el mercado, los clientes, vamos a los que nos ofrecen cultura, arte o
entretenimiento y, cuando se conjugan varias o todas a la vez… mejor! Ni el
arte ni la cultura son de derechas o izquierdas; no creo que, a estas alturas
del siglo XXI nos planteemos los amantes del arte y la cultura la tendencia o
simpatía social o política del artista. Cuando es arte… es arte y punto! Pero
lo que tampoco permitimos es que nos estén dando lecciones desde los “altares
de la moral”, vestidos de marca gracias a las subvenciones sufragadas por
nuestros impuestos. Y no me mal interpretéis, todos tenemos derecho (por no
decir deber) de tener nuestro posicionamiento social, político o ideológico, lo
que no tenemos es derecho a faltar o burlarnos de nadie por no compartir
nuestro ideario.
Pero volviendo
a “la gran estafa”, para mí la mayor estafa es la que nos quieren hacer vivir,
configurando una opinión pública en base a titulares o slogans, en lugar de
preocuparnos en educar, informar y formar a una población para que configure cada
uno su propio criterio y a que sepa respetar otros criterios. Que sepamos
hablar, negociar y acordar soluciones compartidas desde la tolerancia y el
interés común. El otro día me preguntaban ante un comentario crítico al
gobierno tras otro previo a la oposición ¿y tú de quién eres? A lo que yo
plagié a los Mojinos Escocios “de Marujita”. Yo soy libre y como tal puedo
votar a pedrito para las municipales, a juanito en las autonómicas,… La pena es
que las películas de mi país no reflejen personas como yo, que madrugamos a
diario, trabajamos 60 horas semanales, llevamos a nuestros hijos a las
actividades extra escolares los sábados y queremos salir, de vez en cuando, con
nuestra pareja a ver una película que nos guste para luego tomar unos vinos y
un pincho y, al llegar a casa, nos sintamos algo más felices que al salir.
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