¡LEVÁNTATE Y ANDA!


Al igual que cuando Jesús se dirigió a Lázaro para “despertarle” de la muerte, nosotros tenemos que “azuzar” a nuestra mente para levantarla del sofá de la “zona de confort”.

Pero esto no solo nos pasa a los mortales en las tardes del sábado frente a las soporíferas películas suecas o alemanas… ¡No! ¡Nos pasa a las personas físicas y a las personas jurídicas! Sí señor, a esos “entes” habitados por seres como tú o como yo, que tenemos por misión, sacar los mejor de nosotros y de los demás. 

Por eso valoro tanto la lectura de muchos de los post que leo en LinkedIN o artículos en periódicos o revistas, sin olvidar blogs u otros medios que me ayudan a mantener la mente abierta y alerta. Una persona me dijo hace años, que vamos caminando por la vida que no es más que una cinta transportadora (sí, como la de los aeropuertos) pero que vamos en sentido contrario. Si te paras… retrocedes, si caminas al paso, no avanzas. Para avanzar hay que ir más rápido que la cinta.

Como ya habréis leído en algún post anterior, no soy un defensor de las motivaciones externas; opto más por las internas que son mas creíbles para nuestro cerebro. De ahí la necesidad en fomentar un sistema educativo más ambicioso y eficiente. Tenemos que erradicar ese concepto de “ya he llegado”. El día que creas que lo sabes todo estarás muerto. Al igual que mi amigo Francisco dice que “la mejora continua es continua e infinita”, yo cambio la palabra mejora por la palabra “conocimiento”. 

Apuesto por motivar a nuestros jóvenes a entender que lo divertido es que nada es eterno, que el cambio ya está aquí y es “constante y permanente”. Ya han denominado esta era como la “era del cambio” y posiblemente sea cierto. Pero lo mas importante es que, para que estos cambios sean consistentes, válidos y nos permitan avanzar, han de estar sostenidos y avalados por “valores”. Éstos no deberían cambiar, son pocos y sencillos y muy, pero que muy viejos. Me da igual que busquemos las raíces en los textos sagrados, en la historia o en la filosofía antigua. Lo importante es saber cuales son, cómo desarrollarlos en un entorno tan volátil y cómo no desvirtuar su naturaleza.

Por eso si entendemos que, tenemos la obligación fisiológica y psicológica de salir de nuestra zona de confort, aprendiendo y experimentando todos los días, con una sólida base en valores “eternos”, seremos capaces, al igual que Jesús resucitó a Lázaro, de convertirnos en parte del milagro de la vida y la superación. Y si nos convertimos en “apóstoles” de este tipo de mensajes, seremos portadores de la “actitud” que permitirá mejorar la humanidad y las generaciones futuras.

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