EL CENTRO DEL UNIVERSO O EL INMOVILISMO COMO ACTITUD
Como buen estudiante del
sistema de enseñanza francés, el longevo Louis XIV marcó parte de infancia y
protagonizó horas de estudio. La figura del Rey Sol alrededor del cual giraba
todo me fascinó en su momento.
Desde entonces ha llovido
mucho, pero me sigue sirviendo de referencia para el fenómeno inmovilista que
preside gran parte del comportamiento de aquellos que, inseguros de si mismos, carentes de conocimientos o egoístas
consumados habitan este planeta. Es raro el día que no nos cruzamos alguno de
estos ejemplares en nuestras vidas, por no decir que lo hacemos a diario y con
una frecuencia excesiva. No obstante en estas líneas quiero reflexionar sobre
dicha actitud en el marco profesional.
Términos como la “resistencia
al cambio” e incluso la “resiliencia” (esa capacidad que tienen ciertos cuerpos
de recuperar su estado tras un esfuerzo o situación de stress) o la común
expresión “la cabra tira al monte” son muestras de cuanto digo. Pero en el
fondo todas estas actitudes esconden “miedo”. He visto muchas veces como
personas, presuntamente normales, se cierran en banda a aceptar otras opciones
que no sean las suyas, o las “de toda la vida” (expresión muy típica por aquí en
Euskadi) o la que lleva aplicando durante los últimos veinte o más años de su
vida.
Poco importa la ideología
del individuo ya que ésta actitud reina tanto en progresistas como en
conservadores. A diario vemos como personas presuntamente progresistas
(sindicalistas por ejemplo) pretenden plantarse en sus posturas “sin ceder ni
un centímetro en los logros obtenidos”; por no hablar de los conservadores que
hacen bandea y alarde de dicha actitud. De forma grotesca podemos denominarlo
la “actitud Coca Cola” es decir… para todos.
Recientemente, aunque por
enésima vez, me he enfrentado a este estereotipo de Rey Sol, en una
circunstancia que de no ser por esperada, sería insultante y posiblemente en
épocas del mencionado monarca, objeto de pena capital. Un empresa, que hace
enormes esfuerzos de todo tipo por salir adelante y apostar por un proyecto,
por personas, por productos,… en el que los empresarios se juegan su
patrimonio, por no hablar de su reputación, una serie de profesionales son
invitados a implementar una serie de cambios (realmente menores) para mejorar
su gestión y por ende los resultados de la empresa. Ante dicha oportunidad real
de conquistar nuevas oportunidades de negocio y mejora de las cifras del
existente, las mencionadas personas, cual espectadores de un circo romano, de
forma casi mayestática y ante la pregunta de ¿qué te parece? 0 ¿cómo lo ves? Se
permiten responder…”ya veremos…”, “todo es muy bonito, pero son promesas,…”
Yo en algún sitio del
proceso me he debido perder algo y posiblemente fruto de mi torpeza mental. Se
pretenden aplicar cosas que están funcionando desde hace años y que avalan sus
resultados mediante resultados y datos muy concretos… ¿y tú vas a esperar a ver
qué pasa? ¿a ti te tienen que demostrar?... ¡Por favor! ¿En qué planeta
vivimos? ¿A caso creemos que somos infalibles y tenedores de la perfección
absoluta? ¿tan poca es nuestra curiosidad por aprender cosas nuevas? ¿Tan poco
es nuestro interés por buscar posibilidades de mejora?
Amigos… esta es la mejor
manera de seguir hundiéndonos en el lodo: haciendo lo de toda la vida,
administrando miserablemente nuestros esfuerzos y pensando que el mundo nos
debe algo. Estoy harto, por mi trabajo, de ver empresas que no son capaces de
lograr salir del fango, empresas habitadas por inmovilismo, o mejor aún,
empresas habitadas por directivos y trabajadores inmovilistas que no desean
sudar la camiseta. Trabajadores, en muchos casos, que llevan 20 años y aun
creen que la empresa “les debe” algo. Que no han entendido que la empresa les ha
pagado por sus servicios, por su talento y por un trabajo “bien hecho” que
muchos ni siquiera han hecho. Trabajadores que no entienden que el precio por
prescindir de ellos es bajo y el beneficio por hacerlo es muy alto ya que su “aportación
de valor es nula”.
A muchos nos gusta pensar
que las personas son el mayor valor de la empresa, pero sabemos que no todas.
Muchos lo defendemos y gracias a ellos logramos salvar algunas empresas del
cierre seguro. Pero a pesar de ser consciente de ellos, no deja de
sorprenderme, que siga habiendo, con la que está cayendo, tanto “Rey Sol”,
tanta “actitud inmovilista” y tanta “mediocridad profesional”. Por otra parte
me enorgullezco de seguir sorprendiéndome, porque no por no esperado, me sigue
sorprendiendo ya que sigo creyendo en las personas, su potencialidad, su
capacidad de superación, su capacidad de reinventarse y hacer que empresas
resurjan cual ave Fénix.
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