EL SER POLIEDRICO O TODOS LOS YOS QUE HABITAN EN MI


 
Llevo meses queriendo publicar algo relativo a la complejidad de la gestión de intereses que tenemos cada uno a título personal y cuyas decisiones nos afectan tanto en lo personal como en lo profesional.

A la hora de sentarme me han asaltado miles de imágenes e ideas, pero la del angelito y el demonio revoloteando sobre una cabeza ha sido la que creo mejor sintetiza la reflexión a pesar que creo que no se trata de una mera dicotomía ya que se torna mucho más compleja debido a la enorme cantidad de informaciones y matices que envuelven nuestras vidas y, por ende, nuestras decisiones; de ahí el título de ser poliédrico y el concepto de todos los criterios enfrentados que limitan a la vez que enriquecen mi criterio y comportamiento personal.

Al nacer somos seres terriblemente simples: cumplir las necesidades fisiológicas y afectivas nos satisface. A medida que crecemos y vamos alimentando nuestro cerebro con miles de datos a diario y miles de sensaciones, percepciones, emociones,… vamos complicando las ecuaciones de nuestras decisiones. Desde el momento que empezamos a complicar el escenario y vamos metiendo más actores, lógicamente el proceso de las decisiones se complica y de forma exponencial.

Todo esto sazonado con que no tengo porqué preferir tomar el sol en la playa o darme un paseo por el monte o esquiar en la montaña en invierno. Dependerá de cada momento, de donde esté, con quien y con ganas de qué. De la misma forma que a pesar de ser la misma persona, mi relación con mi hijo mayor no es exacta a la que tengo con el pequeño, ni la que tengo con un amigo u otro.

La complejidad a la que he hecho relación está presente en todas y cada una de nuestras relaciones que son únicas e intransferibles. A la vez soy y no soy la misma persona, tengo muchos yos que habitan en mí, tantos como relaciones tengo en mi vida, tantos como días tiene mi vida y tantos como mi crecimiento como persona me permiten. A pesar de eso, siempre habrá unos valores y criterios de base que me distinguirán y harán llevar un camino u otro, pero está claro que no soy el mismo que antes de tener hijos ni el mismo que cuando tenía 20 años.

Al igual que los árboles se van dotando de mayor tronco (algunos sin serlo tambiénJ) hacen crecer sus raíces,… las personas hacemos otro tanto. A eso le llamamos vivir, madurar y evolucionar. Por eso reivindico desde aquí, mi característica poliédrica, asimétrica (que está tan en boga) y todos y cada uno de los yos que en mí habitan: sin ellos… no sería yo.

Comentarios

Entradas populares